Rosas para Diego*
Fanfic yaoi y hetero
Fandom: Steel Ball Run - Jojo's Bizarre Adventure
Pairing: Gyro x Johnny x OC (mujer), Gyro x Johnny, Gyro x OC (mujer), Johnny x OC (mujer)
Fandom: Steel Ball Run - Jojo's Bizarre Adventure
Pairing: Gyro x Johnny x OC (mujer), Gyro x Johnny, Gyro x OC (mujer), Johnny x OC (mujer)
Esta historia tiene situaciones sexuales explícitas, si son peques mejor no lo lean. Por favor lean la nota que escribí hasta el final también, que lo disfruten <3
*Diego no está en esta historia, pero se lo menciona.
Atardecía, ya casi era de noche, Johnny se sentía acorralado, sin saber qué hacer o qué decir; tal vez decirle a Gyro que seguir discutiendo sólo los hacía perder más el tiempo haría las cosas mucho peores. Johnny sabía que tenía la razón, sin embargo, estaban cerca de un pueblo y no tenía caso quedarse a acampar a la intemperie, seguir un poco más en la oscuridad parecía razonable si así podrían dormir sobre una cama; estaba harto de dormir en el suelo y tenía la espalda destrozada, la parte que podía sentir al menos, no quería quedarse una noche más en el desierto si podía evitarlo; pero Gyro no quería ir más allá, ni un metro más allá de ese buen lugar para acampar que encontraron, también estaba cansado y harto del calor infernal y la falta de agua, y de suficiente mal humor para decirle a Johnny que no creía en él, y para insinuarle que tal vez deberían separarse cuando él insistió en seguir un poco más.
No hacía demasiado tiempo que lo conocía, pero Johnny había pensado que eran amigos de hecho, después de la forma en la que estuvieron juntos cuando se encontraron con la familia Boomboom, y cómo habían cuidado el uno del otro, había creído que estaría con él el resto de su viaje; no pensó que Gyro se desprendería de él tan fácilmente, pidiéndole que se fuera si algo no le gustaba, Johnny no supo si le dolió, o si era que la sola idea de separarse y quedarse solo en el desierto lo aterraba. No tuvo otra opción que darle la razón, después de todo, su objetivo era seguir a Gyro, estar con él para que le enseñara, no avanzar delante de él en la carrera, ni tener un viaje agradable como vacaciones; y si él quería pasar la noche en el desierto, era su elección si quería continuar siguiéndolo o no.
Así que Gyro empezó a montar el campamento detrás de unas rocas, cerca había un árbol muerto y seco, con ramas sueltas suficientes como para hacer una fogata. Johnny se ofreció para ir a buscar un conejo o algo que pudieran comer además de lo poco que tenían, principalmente para no estar cerca de Gyro en ese momento. Se alejó en su caballo hacia el Este por unos minutos, y al final fue a subir a una colina para ver si podía encontrar desde ahí el pueblo del que estaba tan seguro, tal vez no era muy tarde para convencer a Gyro para tener una cama y una cena decente si le mostraba lo cerca que estaban, pero fue entonces que ella lo encontró.
—¡Diego!
Volteó hacia donde venía la voz, que no lo llamaba a él, pero enmedio del desierto no podía dejar de prestar atención. Era una chica que iba galopando hacia él en una yegua torda, llevaba un vestido largo y montaba como amazona**; Johnny nunca la había visto antes, y aunque no parecía ser una competidora de la carrera no podía estar seguro de que no era peligrosa, tomó la pistola dentro de su bolsa, pero esperó antes de apuntarle con ella.
—¡No te acerques, qué es lo que quieres!
La chica no disminuyó su marcha, sino al contrario, animada porque él ya la había notado en la oscuridad, esperó a estar más cerca de él para responderle y que la escuchara bien.
—¡Te amo Diego, soy tu más grande admiradora!
El corazón de Johnny se encogió, no pudo evitar pensar en todas las chicas que fueron “su más grande admiradora”, y cómo eso no le bastó a ninguna para seguir siéndolo después. Fue a reunirse con ella, y la presión en su pecho se hizo más grande a medida que se acercaban, ella se dio cuenta de que había confundido a Diego con alguien más, y cómo todo el esfuerzo que hizo por interceptarlo en algún tramo de la carrera había fallado; no pudo ocultar su decepción y eso le hizo daño a Johnny, conocía tan bien ese sentimiento de ya no ser famoso que no le molestó que la chica no valorara al menos el tener la suerte de haberse encontrado con alguien más enmedio del desierto.
Al contrario, se sintió mal por la pobre joven sola de noche en el desierto, y le ofreció pasar la noche con ellos para que no tuviera que regresar sola, a dónde sea de donde había llegado, que Johnny estaba seguro que era el pueblo al que había tratado de llevar a Gyro. Ella aceptó no tan convencida, tal vez habría sido más fácil para ella regresar sobre sus pasos, pero no estaba tan segura de poder hacerlo de noche, y Johnny parecía amable, así que dejó que la guiara hacia donde estaba su amigo.
—¿Entonces también estás en la carrera?
Johnny la miró sobre su hombro, como iban, uno al lado del otro, pensó que era obvio que quería preguntarle sobre Diego, si lo había visto, o tal vez si lo conocía. Parecía una chica inocente, en verdad tenía que serlo para gustar de Diego, pero Johnny decidió saltarse la parte de su conversación que hacía por cortesía, principalmente para evitar hablar de sí mismo, y del otro tiempo donde había sido el rival de Diego.
—¿Quieres saber sobre Diego?
La chica se encogió de hombros, como decepcionada, solo quería hacer conversación sobre cualquier cosa.
—Llevo siguiéndolo desde Santa María, tal vez no pueda verlo, y ya estoy cansada de ir con ella en tren —tocó el cuello de su caballo con cariño, como para mostrarle a Johnny de quien hablaba.
—Es maravillosa.
—Lo sé, quería impresionar a Diego.
La chica le sonrió con simpatía, alcanzó un ramo de rosas que llevaba sujeto sobre la tapa de una canasta en la grupa del caballo y se lo pasó a Johnny para poder abrirla, sacó una botella de vino y le dio un trago largo, luego se la pasó a Johnny también.
Johnny pensó que tal vez no había sido tan mala idea ofrecerse a cuidar de ella, bebió de la botella hasta que el vino le quemó la garganta, se sentía horrible, pero era alcohol y no tenía idea de cuándo podría volver a conseguir un poco, no había comido nada en todo el día y apenas había podido beber agua; sintió el vino bajar hasta su estómago como un río de fuego, y le regresó la botella a la chica, pero ella no la aceptó y Johnny siguió bebiendo. Las rosas estaban enteras, como recién cortadas, arregladas sin espinas y atadas con un listón rojo, se sentían frescas contra su vientre, mucho más con el vino quemándolo por dentro, pensó que seguramente la chica no había andado mucho más de un par de horas para que las rosas no estuvieran marchitas, iba a preguntar cuánto había recorrido, pero se lo guardó para cuando estuvieran enfrente de Gyro, para mostrarle que él había tenido razón todo el tiempo.
—¿Qué es lo que llevas ahí?
Johnny quería saber si había alguna otra sorpresa deliciosa en la canasta que quisiera compartir con él, la chica se avergonzó visiblemente, se cubrió la boca para reírse, y le contestó mirando hacia otro lado, como confesando una travesura.
—Una cena romántica.
Era delicioso, sin duda, pero tampoco era para Johnny. Diego era afortunado, lo sabía, lo suficiente para poder tener a una chica hermosa y un ramo de rosas frescas enmedio del desierto, pero por alguna razón esa sorpresa deliciosa no había llegado a su destino.
No estaban tan lejos de Gyro, pero para cuando llegaron con él, Johnny ya había bebido la mitad de la botella, y se sentía más borracho que lo que hubiera sido, seguramente, si hubiera tenido algo más en el estómago. Le presentó a Gyro a la chica, y al revés, afortunadamente a él no pareció importarle tener más compañía durante la noche, al contrario, la ayudó a bajar de la yegua y la invitó a sentarse.
Después también ayudó a Johnny a desmontar, no sabía si seguían “enojados”, pero no iba a rechazar su ayuda, quería seguir su viaje junto a él y seguir siendo su amigo, aunque fuera circunstancial, y estaba tan mareado que no hubiera podido hacerlo solo. La chica se sorprendió al ver a Gyro cargar a Johnny y sentarlo cerca del fuego, sin embargo no preguntó nada, pensó que era una lástima que fuera un inválido y que seguramente no le gustaría hablar sobre eso.
A final de cuentas, Johnny había cumplido con conseguir algo más que alubias para la comer, y aunque la chica lo había planeado para dos personas, compartieron la cena romántica entre los tres sin problemas. El mal humor de Gyro parecía haberse desvanecido, hablaba y reía con ella, diciéndole frases en italiano para impresionarla, y también escuchando las aventuras de ella; que quería ir a Monument Valley para ver el final de esa etapa de la carrera, cómo le había mentido a sus padres para que le dieran dinero y la dejaran salir tantos días de su casa, y cómo ninguna de sus amigas había tenido el valor de acompañarla. Johnny también la seguía, pero en silencio, bebiendo vino y whisky, y todo lo que ella había llevado para que Diego escogiera su favorito.
Mientras hablaba, la chica había deshecho el ramo de rosas y tejió una corona con ellas. Johnny casi se había quedado dormido, estaba sentado sobre sus rodillas y tenía la espalda apoyada contra una roca, pero despertó completamente cuando sintió a la chica poner algo sobre su cabeza. Ella se reía de él porque estaba borracho, pero no lo suficiente para dejar que jugara con él, pensó Johnny, se quitó la corona y trató de ponérsela a ella, pero no la alcanzó, y la corona terminó destruida en el suelo. Los tres se rieron un momento, y de pronto Johnny se sintió bien para seguir despierto un poco más.
—¿Para qué querías un ramo de rosas, de todas maneras? —dijo Gyro.
—Eran para Diego —Johnny le contestó riendo y tocó el hombro de la chica, ella le sonrió como si ambos compartieran un secreto.
Entonces ella le dijo también a Gyro, con algo de vergüenza, que si le importaba tanto la carrera era porque Diego estaba en ella, y que Monument Valley sería su última oportunidad de encontrarse con él. Hasta entonces, Gyro se preguntó qué estaba haciendo una chica llevando todas esas cosas deliciosas de noche por el desierto, aunque ya tenía la respuesta.
—¿Y qué tan lejos está el pueblo donde te estás quedando?
Gyro no resistió la tentación de preguntar, para entonces sabía que Johnny había tenido razón y hubiera sido mejor idea seguir adelante, pero no era tan fácil admitir que no sabía leer el mapa y determinar su posición tan bien como lo hacía él. La chica lo pensó un momento antes de contestar.
—A una hora, tal vez cuarenta minutos si te das prisa.
Gyro se encogió de hombros, pero no dijo nada sobre la discusión que habían tenido antes, pensó que tenía que empezar a confiar más en Johnny, aunque unos días atrás aún tenía la esperanza de deshacerse de él, tenía que reconocer que le había sido de gran ayuda, y que le gustaba su compañía.
—No te preocupes, Diego no va a pasar esta noche cerca de aquí, ya debe de estar muy atrás de nosotros —dijo Gyro con su orgullo sobreactuado—. Aunque lo sigas esperando mañana, ¿no es más fácil encontrarte con él en el pueblo que salir a buscarlo al desierto?
La chica de nuevo se cubrió la boca para reírse, a Johnny le gustaba como parecía tan tímida cuando lo hacía, tal vez para ella sería romántico tener una cena con Diego junto a la fogata, pero estaba seguro que no pensaría lo mismo si supiera lo que se sentía pasar diez días enteros en el desierto.
—No puedo quedarme con Diego en el pueblo, eso arruinaría mi reputación —La chica miraba hacia abajo cuando lo dijo, Johnny no sabía cuánto había bebido, pero su sonrojo permanente se hacía más intenso cuando hablaba de Diego.
—¿Entonces no vas a dejar que yo te arruine esta noche?
Gyro lo dijo en voz baja, como sólo para ella, y Johnny estaba tan borracho que casi no se había enterado, más bien lo entendió hasta que Gyro avanzó hacia ella y se le echó encima para besarla.
Las rosas que eran para Diego se aplastaron debajo de sus cuerpos, Johnny se encogió lo más que pudo, como si quisiera desaparecer tragado por la roca, no sabía qué debía o no de hacer, desde su perspectiva parecía que estaban forcejeando, y cuando se comprometió a “cuidar” de la chica no había quedado del todo claro si la iba a proteger de perderse en el desierto, de los animales salvajes, o de Gyro.
La chica dejó de tratar de salir de debajo de él, y en cambio empezó a besarlo también, pasó sus brazos por detrás de su cuello, sosteniéndolo cerca de ella, e hizo que su sombrero se cayera hacia un lado sin cuidado. Johnny se dio cuenta de que su corazón latía como si fuera a salir de su pecho y se cubrió la cara con las dos manos tratando de calmarse, se alegró de que en realidad ella lo quisiera, no hubiera sabido qué hacer si no hubiera sido así, pero después de todo Gyro era un hombre atractivo, y si Johnny no podía ser el premio de consolación de la chica, tal vez él sí podría.
No supo cuánto tiempo estuvo cubriéndose los ojos, estaba borracho, pero no debió haber sido demasiado. Cuando volvió a mirar, la chica tenía el vestido abierto por enfrente hasta la cintura y Gyro estaba moviéndose sobre ella; Johnny no pudo evitar verlos, sobre todo a ella, y la breve vista que podía tener de su cuerpo, su pecho sonrojado y sus piernas blancas como la leche. Ella gemía suavemente y se aferraba a los hombros de Gyro, así que Johnny no podía ver nada más. Pensó que realmente no debería estar viendo nada más, y justo cuando iba a arrastrarse a algún lugar muy lejano, Gyro se levantó y lo miró a los ojos, con una expresión que nunca había visto en él.
Sólo era que estaba excitado, pero Johnny se congeló donde estaba, tal vez lo mejor hubiera sido continuar yéndose para no molestarlos, pero la atención de Gyro lo hizo sentir intimidado y un poco culpable por haberse quedado ahí sin saber qué hacer. Gyro, al contrario, había pensado que si él había llevado a esa linda chica hasta donde estaban había sido para divertirse con ella, y él estaba quedándose con todo, así que sin decir nada levantó el cuerpo de la chica del suelo y dejó caer su espalda sobre el regazo de Johnny, para compartirla con él. Johnny sostuvo sus hombros, más por la impresión que por cualquier otra cosa, ella parecía confundida también, pero Gyro no les dio tiempo para reaccionar, volvió a ponerse entre las piernas de ella y siguió con lo que estaba.
Johnny cerró los ojos un momento y trató de asimilarlo, respiró profundamente y el aroma del perfume de ella lo alteró más, se sentía excitado pero también era incómodo, pensó que a Gyro le gustaba que los viera y esa era su forma de asegurarse de que se quedara presente, aunque se lo hubiera pedido con palabras tal vez Johnny habría preferido salir huyendo de ahí; no sabía lo que pensaba la chica al respecto, y tenía que admitir que se sentía un poco mal ver a Gyro haciendo algo que él ya no podía.
Gyro tomó sus manos de los hombros de la chica y las puso sobre sus pechos desnudos, haciendo que los apretara, como diciéndole qué hacer. Johnny estuvo a punto de quitarse, como si le hubiera puesto las manos sobre el fuego, pero él hizo que las mantuviera en su lugar. Era inquietante como su chica tan atrevida y divertida se había quedado quieta sin más, dejando a Gyro hacer lo que quisiera con ella, incluso dejar que Johnny la tocara también; aunque parecía estar bien con eso, solo se aferraba a la espalda de Gyro gimiendo con los ojos cerrados. Johnny sentía que estaba mal, de cierta forma, si ella había bebido tanto como para no saber lo que estaba haciendo, o si estaba muy asustada para detenerlos; Johnny estaba sintiéndose asustado también.
—¿Te gusta esto? —le preguntó Johnny.
La chica abrió los ojos y miró a Gyro con dulzura, no dijo nada, pero al menos parecía que ella lo estaba pasando bien. Gyro se movió más rápido y ella se estremeció debajo de las manos de Johnny, su piel se sentía tan suave y cálida que no se pudo resistir más a acariciarla, sus pezones rozaban con sus palmas y él los tomó entre sus dedos para hacerla reaccionar, estirándolos hacia arriba para hacer que ella lo mirara a él también, pero no funcionó. Hacía tanto tiempo que no tocaba a una chica que había olvidado lo bien que se sentía verlas encendidas y hacerlas sentir bien, y como de suaves y tiernas podían ser, le hubiera gustado poder penetrarla también para hacerla sentir igual que Gyro lo hacía, o tal vez mejor. Sus pechos temblaban por el movimiento, Johnny los estiraba suavemente mientras apretaba sus pezones, se sentía bien sostenerla entre sus brazos, y poder ver cómo su respiración agitada hacía vibrar su piel.
Pero Gyro se detuvo de repente, puso las piernas de la chica sobre sus hombros, empujándola más arriba, sobre el pecho de Johnny, y entonces la dejó bajar sobre su regazo de nuevo; esta vez la chica gritó cuando sus caderas se reunieron con las de él y trató de cerrar las piernas, Johnny tuvo que abrazarla para evitar que se cayera hacia un lado, ella trató de sostenerse de cualquier lugar y terminó agarrándose con fuerza de los mechones del cabello largo de Gyro.
Él se rió en voz alta y la besó en los labios para que dejara de tirar de él, se levantó después y buscó la mirada de Johnny, como para asegurarse de que tenía su complicidad en lo que estaban haciendo, pero él estaba tan nervioso que prefirió voltear hacia otro lado. Gyro pasó sus manos sobre sus hombros, hasta sus brazos, para tranquilizarlo, pero tuvo el efecto contrario; Johnny se sintió raro, como si lo estuviera presionando, pero él estaba dispuesto a mostrarle lo bueno que había sido el haberle llevado un obsequio tan bonito como esa chica. Se retiró un poco de dentro de ella, y dejó que una de sus piernas bajara de su hombro para hacer que las abriera un poco más, tomó la muñeca derecha de Johnny, y puso su mano entre las piernas de ella; la movió haciendo que acariciara sus pliegues, estaba tan mojada que sus dedos casi resbalaron dentro de su vagina, pero él hizo que la bajara todavía más y Johnny no pudo evitar tocarlo a él también, y darse cuenta por donde había entrado esta vez.
Iba a volver a tocarla sólo a ella, pero Gyro no lo dejó moverse, él volvió a cerrar la distancia entre su cuerpo y el de la chica y así hizo que sintiera entre sus dedos cómo se abría mientras él la penetraba completamente. Johnny se sonrojó tanto que casi pudo sentir su sangre hervir debajo de sus mejillas, y dentro de su pecho, más caliente que cualquier otra emoción que hubiera sentido en mucho tiempo; dejó que Gyro frotara su mano enmedio de sus cuerpos, haciendo que los tocara a los dos mientras entraba y salía despacio, la chica temblaba entre sus brazos como una hoja, y dejaba salir su voz de su garganta sin ninguna vergüenza, podía sentir cómo iba poniéndose más mojada mientras Gyro abría ese otro lugar, y lo excitaba más pensar que ella lo estaba disfrutando tanto.
Sintió el placer bajar por su vientre y perderse poco a poco por debajo de su lesión hasta desaparecer, fue una sensación tan parecida a las ganas de orinar que por un momento temió perder el control y tener un accidente. Gyro vio el miedo en sus ojos y pensó que estaba dudando, pero él estaba sintiéndose tan bien que no quiso darle la oportunidad de retirarse; puso más fuerza alrededor de su muñeca, que todavía sostenía, para mostrarle quién tenía el control, y se acercó más a él, levantando a la chica y presionando todo su peso contra él, como dominándolo también. De todas maneras Johnny no se hubiera atrevido a moverse para salir de ahí, pero volvió a desear que la roca se lo tragara de repente, ni siquiera podía respirar bien con todo ese peso sobre su pecho; Gyro se retractó casi de inmediato, volviendo a apoyar las caderas de la chica sobre sus propios muslos, Johnny respiró profundamente para recuperar el aire que había perdido y trató de calmarse.
—Lo siento, ¿estás bien?
Johnny tuvo la esperanza de que la chica le contestara, pero era obvio que Gyro le estaba hablando a él.
—Sí, estoy bien.
Gyro le sonrió sin apartar la vista de su rostro y soltó su muñeca, pero para tomar su mano, sin dejarlo ir; se sentó sobre sus piernas y levantó el vestido de la chica hasta su cintura para que Johnny pudiera verla, pasó las manos de ambos sobre ella, por su vientre y sus muslos, hasta que las llevó de vuelta enmedio de sus piernas e hizo que Johnny la penetrara con los dedos. La chica se agitó de nuevo, más que antes; Gyro comenzó a entrar y salir de ella con más fuerza, era doloroso, pero también se sentía bien lo que Johnny le hacía, su cálido aliento sobre su hombro, y sus brazos sosteniéndola con gentileza.
No pudo mucho más con la sensación de estar tan llena, y justo cuando estaba llegando Johnny la sintió cerrarse sobre su mano, con un aleteo evidente de placer alrededor de sus dedos, hacía tanto que no podía estar con una linda chica, dándole sus atenciones y haciéndola sentir bien, que un sentimiento muy diferente sustituyó todas sus emociones dentro de él. Tomó una de las manos de la chica, que abrazaba a Gyro aferrada su camisa, y la puso sobre su mejilla, acariciándose con ella como un gato.
La chica se sintió como devuelta a la realidad, tal vez era porque se había sentido liberada y ya no estaba tan ansiosa, ni se sentía tan atrevida, pero ya no le gustó tanto estar con Johnny al mismo tiempo, y menos que lo hiciera tocarlo a él también. Le quitó su mano de entre las suyas una vez y se sintió tan alterada cuando él volvió a tomarla y a ponerla en su mejilla que volvió a arrebatársela con violencia. La chica era hermosa y suave, estaba arreglada para su cena romántica con Diego, y su cabello olía como un campo de flores; Johnny hubiera querido abrazarla por siempre, pero tampoco era tan tonto como para darse cuenta de que ella no quería seguir. La dejó en paz y ella de inmediato puso su mano de vuelta rodeando el cuerpo de Gyro.
Johnny dejó de abrazarla y se quedó sin un sitio donde poner las manos, de pronto la situación era tan extraña que deseó poder arrastrarse hasta ese lugar lejano al que debió de haberse ido desde un principio. Gyro también dejó en paz a la chica y volvió a poner las manos en él, Johnny se sintió atrapado, como si él lo hiciera para mantenerlo donde estaba a pesar de todo; pensó en decirle que se moviera para que pudiera irse, pero no tuvo el valor de verlo a la cara y mucho menos de hablar, tenía tanta vergüenza de haberlo arruinado todo que no quiso empeorarlo diciendo algo estúpido.
Gyro puso su mano detrás de su cabeza y tiró de él hacia ella, obligándolos a acercarse.
—Mi amigo quiere un beso.
Johnny no estaba seguro si en verdad lo quería, pero acabó cediendo a la presión y la besó en los labios, pero la chica apenas dejó que la rozara y se levantó del suelo sacudiéndose el vestido.
Aunque Johnny pensó que no había una razón real para estar decepcionado no pudo evitar que sus ojos se llenaran de lágrimas, algo en su interior estaba tan profundamente herido que no concordaba con lo que estaba pensando, se sintió peor que fuera una chica que acababa de conocer quien lo había lastimado tanto.
Y así tan pronto como ella se fue de su lado, sintió a Gyro estar ahora él sobre su regazo, su mano que aún estaba en su cuello se movió como una caricia hacia su rostro y fue él quien lo besó al final. Aunque en el fondo de su mente sabía que era algo que no debería dejar que pasara, sus labios eran tan suaves, y se sintieron tan cálidos y tiernos sobre sus mejillas, que Johnny no se resistió, ni cuando lo besó en la boca también.***
**O sea, con las dos piernas del mismo lado del caballo.
***Cuando volví a leer lo que escribí no puede evitar pensar en esto. No me di cuenta sino hasta al final, por favor, perdónenme.
***Cuando volví a leer lo que escribí no puede evitar pensar en esto. No me di cuenta sino hasta al final, por favor, perdónenme.
Comentarios
Publicar un comentario
Déjame un comentario :3