Sólo es un rumor IV
Fanfic yaoi
Fandom: Steel Ball Run - Jojo's Bizarre Adventure
Pairing: Diego x Johnny, Johnny x Gyro (unilateralmente)
Esta historia tiene situaciones violentas explícitas; menciona temas como la anorexia y el autodesprecio, y tendrá lemon en esta parte. Que lo disfruten <3
Johnny no sentía resentimiento por Diego, ni tampoco lo envidiaba ya, pero tampoco estaba seguro de sentir afecto por él; era un hombre difícil de tratar y a veces detestaba las cosas que hacía, cuando se comportaba como un idiota, como si siempre supiera qué era lo peor que podía hacer en cada situación, y deliberadamente eligiera hacerlo; la mayoría de las veces así era, pero Diego a veces había lastimado a Johnny sin querer, como esa última tarde. Pensó que salir al jardín había sido una buena idea, y la intención de Diego realmente era hacerlo sentir bien, pero ya no fue tan bueno cuando lo dejó solo enmedio del prado para ir a divertirse con su caballo. Definitivamente eso había sido algo idiota.
Fandom: Steel Ball Run - Jojo's Bizarre Adventure
Pairing: Diego x Johnny, Johnny x Gyro (unilateralmente)
Esta historia tiene situaciones violentas explícitas; menciona temas como la anorexia y el autodesprecio, y tendrá lemon en esta parte. Que lo disfruten <3
Johnny no sentía resentimiento por Diego, ni tampoco lo envidiaba ya, pero tampoco estaba seguro de sentir afecto por él; era un hombre difícil de tratar y a veces detestaba las cosas que hacía, cuando se comportaba como un idiota, como si siempre supiera qué era lo peor que podía hacer en cada situación, y deliberadamente eligiera hacerlo; la mayoría de las veces así era, pero Diego a veces había lastimado a Johnny sin querer, como esa última tarde. Pensó que salir al jardín había sido una buena idea, y la intención de Diego realmente era hacerlo sentir bien, pero ya no fue tan bueno cuando lo dejó solo enmedio del prado para ir a divertirse con su caballo. Definitivamente eso había sido algo idiota.
Iba montando al AraAppaloosa que había llamado su atención, se veía tan elegante y distinguido como siempre, a pesar de que iba vistiendo jeans, su postura era la de un príncipe despreocupado, llevando las riendas de forma natural, como si él y Slow Dancer se hubieran conocido desde siempre. Johnny sabía que él era un caballo con mal carácter, además de viejo y difícil de dominar, realmente nunca había competido en una carrera de vueltas cerradas, sino que había sido uno de los caballos con los que su hermano entrenaba equitación, y después de su muerte ya nadie lo había montado con tanta frecuencia y era usado más bien como semental; Johnny sintió una ira profunda, no sabía si porque Diego estaba montando el caballo que perteneció a su hermano, o porque había ido directo a mostrarle su talento, como presumiendo las cosas que él aún era capaz de hacer y que Johnny ya nunca podría; se preguntó dónde había quedado el mal carácter del caballo, y deseó con todas sus fuerzas que de repente lo recordara y tirara a Diego de la silla y lo matara a coces.
Él guió a Slow Dancer con confianza, siendo firme, como el caballo también lo era con su carácter, sabía relacionarse mejor con los caballos que con las personas, y pudo conectarse con él mucho mejor de lo que nunca podría hacerlo con Johnny; le dió un par de vueltas al corral y lo reconoció casi de inmediato como un caballo de Doma clásica*. Si bien no era su disciplina, sabía cómo hacer un par de cosas que le habían enseñado cuando empezó a montar para su cuadra, y consiguió que el animal le obedeciera, Slow Dancer aminoró su marcha y en cambio avanzó a paso regular**, regresando hacia donde había dejado a Johnny.
Pasaron cerca de él un par de veces, rodeándolo, Diego hacía bailar al caballo probando tocarlo con la fusta y espoleando sus costados con los talones para que cambiara su marcha, nunca había montado un caballo entrenado para bailar y estaba casi eufórico, riendo y llamando a Johnny para que lo viera al pasar. Johnny lo saludó con la mano y bajó la cabeza, perdiendo su mirada en su regazo, pronto el enojo se había disipado y trató de sentirse bien por Diego, podía ser un presumido, y tal vez eso no iba a cambiar, y no tenía mucho sentido estar enojado por algo que ya no tenía remedio; y ni él ni Diego lo tenían.
—¡Mira Johnny, mira esto!
Johnny siguió la voz de Diego con la mirada, él estaba radiante, su cabello dorado brillaba con el sol como un aura y sonreía como nunca lo había visto hacerlo, casi no parecía la misma persona, trató de sonreírle también, pero en su estado de ánimo, no estaba seguro de haberlo logrado. Él lo miraba sobre su hombro dándole la espalda, y con la misma facilidad con la que parecía lograr todo siempre, hizo a Slow Dancer caminar hacia atrás, y justo cuando estuvo junto a Johnny, lo hizo detenerse y bajó de la silla.
—Eres un amor, eres mi dulce amor —Johnny casi se alegró de que estuviera hablándole al caballo, Diego lo acarició y lo besó en la cara varias veces, luego volvió a dirigirse a Johnny—, mira, a ver si puedo hacer que se incline un poco.
Diego buscó en el bolsillo de su chaqueta y sacó un pequeño paquete envuelto en papel plateado. Johnny los conocía tan bien que sintió un poco de nostalgia al ver algo que antes le era tan familiar, y no pudo evitar reírse al ver cómo Diego se había ganado la simpatía de Slow Dancer tan rápido.
—¿Siempre llevas cubos de azúcar entre la ropa? —le preguntó Johnny.
—Sólo a veces.
Le dio el azúcar a Slow Dancer y, moviéndose a un costado del animal, puso una de sus manos en su pecho y tiró hacia atrás de una de sus patas delanteras, el caballo entendió qué era lo que Diego quería y obedeció, haciendo un arco hacia adelante; puso el carpo izquierdo en el suelo y flexionó sus patas, bajando la cabeza hasta que su frente casi tocó el suelo***. Diego se volvió hacia Johnny, orgulloso, esperando a que le reconociera su habilidad como domador, sin embargo Johnny no dijo nada; se sentía extraño estar tan cerca de un caballo de nuevo, extendió su mano para tocarlo, y alcanzó a ponerla en su costado. El caballo iba a levantarse pero Diego puso una mano sobre su cuello para que permaneciera quieto, y Slow Dancer obedeció.
Diego fue a pararse enfrente de Johnny e, igual que el caballo, puso una rodilla en el suelo y se inclinó frente a él.
—Ven.
Diego lo llamó con dulzura, como solía llamar a los animales asustados, y puso las manos de Johnny sobre sus hombros, moviéndose más cerca de él, como si quisiera abrazarlo, Johnny dudó por un momento si debía corresponderle, pero terminó aferrándose a Diego cuando se dio cuenta de que lo que él quería era levantarlo sobre su hombro.
—¡Bájame, qué estás haciendo!
Diego hizo un ruido disgustado, parecía que tenía tan poco aliento que no podía responder con palabras. Tomó a Johnny por los costados y, aunque lo levantó lo mejor que pudo, no pudo evitar volcar su silla de ruedas, casi tropezándose con ella, sintió que se iría de bruces al suelo y apenas pudo conservar el equilibrio. En su mente parecía una buena idea, pero ya era muy tarde para arrepentirse, y es que además, en su mente Johnny no parecía tan pesado como era.
Johnny gimió su nombre un par de veces pidiéndole que lo bajara, también se había quedado sin aire; sintió su estómago aplastándose contra el hombro de Diego, y sus manos clavándose como garras en sus costillas. Estaba tenso, tratando de hacer que lo soltara, y casi hizo que se cayeran; no pudo evitar pensar en Gyro, en como sólo un día antes se sintió tan seguro entre sus brazos, y cómo él era tan diferente de Diego, y de cualquier otra persona que hubiera conocido antes. Tuvo la vaga esperanza de que H.P. llegaría a ayudarlo, a levantar su silla y decirle a Diego que volviera a ponerlo dónde estaba, pero todo pasó tan rápido, que apenas pudo hilar sus pensamientos uno con el otro, cuando se dio cuenta, con emoción, de que Diego quería subirlo a la silla del caballo.
Diego lo empujó con todas sus fuerzas hacia arriba y apenas logró apoyar sus caderas en la silla, Slow Dancer era muy alto, y aunque estuvo quieto todo el tiempo que tardó en ayudarlo a montar, el que estuviera tan inclinado solo parecía hacer más difíciles las cosas. Finalmente Diego puso los pies de Johnny en los estribos y palmeó el cuello del caballo para que se levantara, Johnny se sujetó con fuerza del cabezal de la silla y apenas pudo resistir la sacudida sin caerse.
Cerró los ojos y trató de contener las lágrimas, su corazón se sintió como tocado de nuevo por la vida, la sensación familiar del caballo debajo de él, de su fuerza y de sus propias emociones, lo hizo sentir cosas que había olvidado cómo asimilar; y por un momento pudo reconocer partes de ese otro Johnny que murió todavía vivas dentro de sí mismo, como si después del tiroteo al fin estuviera recuperando las piezas que había perdido. Las manos de Diego se movieron de su brazo, y hasta entonces notó que habían estado ahí, ayudándolo a mantener el equilibrio; y la sensación se movió con él, como si fuera Diego y no el caballo quien se lo transmitiera.
Se cubrió el rostro tratando de calmarse, estaba tan cansado de llorar que sentía sus mejillas ardiendo con cada lágrima que bajaba de sus ojos. Slow Dancer empezó a caminar y Johnny reaccionó, casi por instinto, buscando las riendas frente a él; abrió los ojos y se dio cuenta de que Diego las llevaba, guiando al caballo desde abajo a través del jardín como si llevara a alguien que no sabe montar. Johnny no pudo evitar recordar a su hermano; cómo cuando era pequeño Nicholas lo había llevado a pasear muchas veces de la misma forma, antes de enseñarle cómo entender a un caballo y cómo hablar con él.
Enredó los dedos en las crines blancas del caballo y se preguntó si alguna vez Nicholas había hecho lo mismo que Diego en ese momento con él y con Slow Dancer precisamente. Nunca le había interesado aprender la Doma clásica, ni entrenar a los caballos como su hermano y su padre lo hacían; había pensado, al contrario, que si la mayoría de los caballos que criaban eran usados para las carreras en un hipódromo, que quería dedicar su vida sólo a correr como un jockey. Aunque siempre se había repetido que no le importaba si su padre no estaba de acuerdo, a veces pensaba en cómo se sentiría que fuera a verlo correr, como cuando iba a ver a su hermano en una exhibición. Cuando empezó a montar profesionalmente, había pensado en que traería tantas victorias a la cuadra de su padre que no iba a tener más remedio que reconocer su talento, pero aunque sí tuvo algunas de importancia, su hermano también era mucho mejor que él en las carreras de vueltas cerradas, y aún después de que su hermano murió, seguía habiendo jinetes mucho mejores que él. Como Diego Brando.
Después de que le contó todo eso a Gyro, él también le habló sobre un drama similar, y cómo era el primero de su familia en muchas generaciones que no se había licenciado en medicina general. Johnny pensó que al menos los padres de Gyro tenían otros cuatro hijos pequeños que, para su tranquilidad, aún podrían ser grandes médicos; pero Nicholas ya no estaba más para llenar las expectativas de su padre, y lo que quedaba de Johnny no era capaz ni de volver a juntar los pedazos de su familia rota.
—Diego.
Johnny había dejado de llorar, lo llamó inclinado sobre el cuello del caballo y con la mano extendida para que le entregara las riendas. Diego lo miró sobre su hombro y puso en su mano un terrón de azúcar, siguiendo como si no hubiera entendido lo que quería, se alineó con el caballo y tocó su codo varias veces con la fusta, y Slow Dancer empezó a levantar las patas delanteras, como si marchara al caminar**.
—Mira Johnny, que niño tan talentoso.
—Deja de jugar, dame las riendas —Johnny le tiró el terrón de azúcar, pero con demasiada fuerza y no le acertó.
—¿No vas a caerte?
Negó con la cabeza y Diego detuvo a Slow Dancer y se las entregó, aunque con recelo. Johnny apenas iba a arrear al caballo cuando lo sintió agarrado de la montura y tratando de subir a la grupa, detrás de él; Johnny hubiera preferido hacerlo solo, pero Diego no había sido tan idiota después de todo, dar una vuelta los dos juntos no parecía tan mal, y le dio la mano para ayudarle a subir.
Diego puso sus brazos alrededor de su cintura, como cuidando que se mantuviera sentado, Johnny se preguntó si de verdad pensaba que podría caerse si lo dejaba solo; él mismo no estaba seguro, pero volver a montar no se sentía tan imposible como había creído, sabía que no podría levantarse sobre los estribos como cuando corría en una carrera, o apearse él solo, pero mantenerse sobre el caballo no parecía difícil.
—Gracias.
La voz de Johnny vibró en un tono más alto, como si fuera a llorar de nuevo. Pensó en qué más podría decirle a Diego a esas alturas; sentía que desde que dejó de caminar había deseado morir todos los días, pero había valido la pena vivirlos con tal de poder vivir ese momento; pero eso no parecía una cosa buena para ser dicha.
—Lloras por todo, deberías iniciar tu propia compañía de agua.
Johnny no pudo evitar sonreír al escucharlo, tal vez lo que a Diego le pasaba era que tampoco sabía nunca qué decir.
Sintió su pecho contra su espalda acercarse todavía más, y sus brazos terminar de cerrar la distancia entre sus cuerpos. Johnny trató de recordar la última vez que alguien le había dado un abrazo, no como los martes y los viernes que Gyro lo había ayudado a acostarse en una camilla, sino un abrazo real, pero no pudo; tampoco podía recordar la última vez que había montado a caballo, y sin embargo estaba sucediendo. Dudó por un momento si era la intención de Diego hacerlo sentir así, y él, como si pudiera escuchar sus pensamientos, puso su barbilla en su hombro y presionó sus mejillas juntas por un momento.
Johnny estaba nervioso, podía sentir su propio pulso palpitando en su cuello. No pudo evitar pensar que era algo raro que Diego siguiera viéndolo así en su estado; así como había ido aceptado que jamás iba a volver a caminar, también se había hecho a la idea de que ya no podría estar con nadie, y después de lo que pasó con Gyro, estuvo toda una noche pensando que en realidad no debería ni pensar en eso nunca más. Y además de eso, había aceptado también que alguien como él tal vez ya no resultaría atractivo tan fácilmente, y si no lo fue para Gyro que era tan considerado y sensible, mucho menos iba a serlo para alguien como Diego.
Su abrazo era suave y ligero, y sin embargo lo hizo sentir incómodo; en ese momento apreció lo que Diego trataba de hacer por él, y aunque una parte de él creyó que era algo dulce, no pudo evitar pensar en Gyro, y en cómo todo sería diferente si fuera él y no Diego quien estuviera ahí; en cómo se sentiría su corazón si Gyro quisiera estar con él, abrazándolo y cuidando que no se hiciera daño, y en cómo lo hacía sentir desgarrado que en su lugar estuviera alguien como Diego, que así como siempre había usado a Johnny y luego lo había hecho a un lado, podría volver a hacerlo en cualquier momento, y pensó que tal vez era lo único que se merecía; a alguien como él.
Por eso Johnny siempre se había dicho a sí mismo que el estar con él era como un juego. Al principio sólo le gustaba sentir su cuerpo, tan fuerte y dinámico, presionándose contra el suyo; la sensación de peligro y de estar haciendo algo diferente lo hacía sentir atrevido y lo llenaba de adrenalina, tanto así, que pensaba en Diego mientras estaba con otras personas. No importaba quién fuera, o lo que estuviera haciendo, en el momento lo excitaba pensar en él, en cómo a Diego le gustaba dominarlo y a él le gustaba dejarlo tomar el control; besarlo y tocarlo lo hacía sentir tan feroz como si estuvieran aún en una competencia, en la que tal vez sí podía ganarle, o en la que Diego podía ganar sólo si Johnny se lo permitía.
A veces había pensado que si dejaba que Diego se acercara a él era porque muy en el fondo lo admiraba. Incluso al conocerlo más físicamente, también había empezado a envidiar su cuerpo, que parecía tan firme y tan ligero al mismo tiempo; sus hombros tan anchos, y la diferencia que hacían sus formas al bajar en líneas suaves hasta su cintura, tan estrecha que casi cabía en las manos de Johnny, y todavía más abajo, lo fuertes que se sentían sus piernas y sus caderas. Era tan espigado y armonioso que en ocasiones había deseado parecerse un poco a él, era más fácil admitir eso que pensar en cómo él lo estaba haciendo cambiar, no entendía del todo cómo un hombre podía atraerlo también, y cómo podía seguir viéndose a sí mismo igual que siempre después de estar con él, si estaba en juego algo tan importante como su masculinidad.
Pero prefería no pensar tanto en eso y quedarse con las cosas buenas y fáciles de sentir; como pensar que gracias a esa experiencia a partir de entonces el poder tener a quien él quisiera se extendería también a los hombres si le daba la gana, y que si se aburría de Diego podría pasar de él y lo que tuvieron no significaría nada; nadie lo sabría y él no se esforzaría en recordarlo.
Entonces no le había importado tampoco mantener una amistad real con él en público, no podía lidiar al mismo tiempo con la presión de su rivalidad y con todas las cosas nuevas que estaba haciéndolo sentir; en ese tiempo seguía teniendo envidia de su talento y de su posición como jinete, y no se sentía capaz de manejar un rechazo si él decidía portarse como un idiota con él frente a los demás. Pero todo fue haciéndose diferente con el tiempo, había tenido que luchar por dejar de pensar en él cuando empezó a ser demasiado dura su indiferencia, al contrario que lo pasaba antes; entonces trataba de olvidarse de él estando con muchas otras personas.
Lo que sentía había empezado a ser más difícil de entender a medida que Diego avanzaba con él, para Johnny cada vez era más grave que el hecho de experimentar, tener un poco más de intimidad con él y que luego él se fuera sin decir nada y actuara frente a los demás como si se odiaran había empezado a dolerle. Y es que no sólo era la intimidad física, de pronto ya no lo hacía sentir satisfecho besarlo por un momento escondidos detrás de una puerta, o en un vestidor, y olvidarse enseguida de eso, había empezado a sentirse vacío, y ansioso por la próxima vez que pudiera compartir un momento con él.
La primera vez que estuvieron juntos fue cuando Johnny cambió de idea y pensó que mantenerse lejos de Diego no era tan malo después de todo. Nunca antes habían pasado de besarse los labios, tal vez abrazarse; si Johnny podía considerar que las manos de Diego agarradas con fuerza a sus hombros para acercarlo a su pecho contaba como un abrazo, Johnny había creído que estar con él sería sencillo, y que haría más fácil terminar de pasar por la confusión, como si eso pudiera aclararlo todo. Pero Diego terminó despertando en él cosas que jamás se había imaginado sentir.
Empezó a ser extraño desde el principio, cuando Diego lo invitó a pasar el rato en su casa, sabía perfectamente en que ocuparían su tiempo, pero no estaba listo entonces para acostarse con él, y quizás nunca sabría cuando lo hubiera estado, mucho menos para terminar de conocerlo a él y todas las cosas sobre sí mismo que aún podía mostrarle. Su casa era completamente como él, tan ordenada y elegante, y sin embargo tan humilde; no tenía nada que ver con el palacete donde Johnny vivía, y hasta entonces pensó en lo diferentes que eran sus vidas, y si de verdad valía la pena sentir envidia por él, que trabajaba tan duro todos los días para volver a esa casa a estar solo, o si mejor valía la pena sentir otro tipo de cosas.
Diego siempre había tratado de mostrarse dominante frente a Johnny, también cuidándose mucho de salir lastimado, como si así pudiera guardarse de mostrar demasiado de sí mismo y de todas las cosas que sentía por él; y a Johnny le gustaba, después de todo Diego siempre había sido amable más allá de eso, aunque le gustaba jugar a someterlo, solía besarlo y tratarlo con suavidad, casi con cuidado. Y Johnny siempre lo había visto como algo apasionado, no había logrado entrever lo que le reveló hasta entonces, la ternura y la desesperación que Diego le transmitía; se sentían extraño, casi suplicantes.
Los besos no se quedaron en sus labios, como todas las veces anteriores, pero en cambio tampoco se movieron solamente por donde Johnny lo había deseado con tanta anticipación; una de las cosas que más lo excitaba recordar era ver a Diego besar el dorso de sus muñecas, y seguir con el resto de sus manos, su voz profunda diciéndole lo mucho que le gustaban, y sobre todo la sensación de su lengua sobre las yemas de sus dedos; cómo se sentía el interior de su boca, tan suave y cálido, y cómo Diego parecía tan complacido de que lo dejara hacerlo, como si Johnny fuera algo precioso y tan delicioso de ser adorado.
Johnny pensó en ese momento que tal vez nunca antes había recibido un beso ahí, en las muñecas o sobre los nudillos, pero que se sentía especialmente bien, y aunque antes sí había sido besado en otros lugares, cómo se sentía especialmente bien que Diego lo hiciera.
Había ido tan suave y tan lentamente que no fue tan difícil irse dejando llevar, no sólo era el tacto de su piel, o la suavidad de su boca cerrándose en torno a otros lugares también, o cualquier otra sensación física; la actitud de Diego había cambiado en algo, como si fuera alguien más que sólo se pareciera a él; ya no se sentía más fuerte y dominante, más bien como si la fuerza que Johnny quería que usara para someterlo, toda la hubiera usado para tirar de él hacia un lugar del que no iba a poder regresar nunca, y ya lo tuviera con seguridad atrapado ahí.
Las manos de Diego se movían por su cuerpo acariciándolo despacio, como si haciéndolo demasiado fuerte pudiera causarle daño con ellas; Johnny lo sintió acercarse y tocarlo más íntimamente que besando sus muslos o lamiéndolo, entonces recordaba haber dudado de lo que estaban haciendo, no pareció tan mala idea hasta ese momento, como si apenas se diera cuenta del lugar al que Diego lo llevaba. Pero él lo hizo sentir tan seguro y al mismo tiempo tan encendido que no quiso detenerlo, aunque al final fue más difícil y más doloroso de lo que había pensado; también lo hizo sentir un placer extraño tenerlo dentro de él, y Diego se había portado como si fuera tan delicado y tan entero el control que le había cedido sobre su cuerpo, que cada beso y cada caricia los había sentido llenos de agradecimiento.
Diego lo había cuidado bien antes de hacerlo suyo, y también lo hizo después, pero a Johnny no le sentó bien la atención que tanto había querido antes; ya que se había apagado su deseo la ternura de Diego lo hizo descubrir lo frágil que podía llegar a sentirse cuando estaba en sus manos, y entonces fue él quien se apresuró a irse, dispuesto a olvidar que conocía a Diego hasta la siguiente vez que estuvieran juntos.
Las cosas no fueron mucho mejores después, aunque Diego también le permitió estar encima de él, al estar juntos Johnny siempre se sintió como si tuviera que escapar de su actitud necesitada después, como de esas chicas que pensaban que iban a casarse con él después de pasar la noche juntos.
Diego le quitó la envoltura a otro terrón de azúcar y lo acercó a los labios de Johnny, pero él se volvió hacia el otro lado.
—¿De qué querías hablarme?
Diego tragó grueso antes de contestar.
—De ese día, Johnny…
Él sabía qué quería decir, sobre el día que le dispararon. Pero tantas cosas habían sucedido en tan poco tiempo que era difícil saber a cuál se refería; Diego se había vuelto loco de celos en una fiesta y lo había empujado, pero con toda la intención de hacerle daño, y Johnny había terminado en el suelo sobre Fanny Valentine. Al final, Johnny la había llevado a su casa para que nadie más viera su vestido embarrado, y ella le había hablado frente a su portal de lo bien que se verían él y Diego juntos, como si fuera obvio que había algo entre ellos y que se esforzaban por esconderlo.
Justo estaba pensando en qué tan obvios habían sido para que ella se diera cuenta cuando les dispararon, también por celos. Johnny recordaba apenas un poco, cómo se había metido entre ella y la tiradora para que no se hiciera daño, y cómo ella había corrido en la dirección opuesta a su casa.
Diego no sabía por dónde empezar a disculparse, si por haber peleado con él frente a tantas personas en aquel entonces, o mejor primero por las cosas peores; por haberse creído el rumor de que había desaparecido con Fanny Valentine por otras razones, y que su padre le había disparado cuando lo encontró con ella y luego había tirado su cuerpo a la calle, frente al portal; o simplemente por haberse olvidado de él hasta que volvió a ver a Fanny y ella le dijo lo mismo que a Johnny esa noche: que no había una razón para que no estuvieran juntos.
Trató de tomar las manos de Johnny, pero él se movió para deshacerse de él, entonces Diego prestó atención y levantó una de sus mangas, justo donde se habían quedado impresos los dedos de Gyro sobre su piel.
—¿Qué es esto?, ¿qué fue lo que te pasó?
Johnny se hubiera bajado del caballo en ese momento si hubiera podido. Diego ni siquiera iba a decirle al final qué era eso tan importante de lo que quería hablar, ni Johnny le diría tampoco cómo se había herido.
*Es una forma de hacer equitación
**El paso regular y la marcha española son pasos de baile para los caballos
***Si no me explico, quise decir así
*Es una forma de hacer equitación
**El paso regular y la marcha española son pasos de baile para los caballos
***Si no me explico, quise decir así
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